Ayer cubrió todos medios la noticia de la renuncia del Papa. La razón es porque más que un representante de Dios, al Papa se lo tiene por uno de los hombres más poderosos del mundo, la influencia de la iglesia no tiene ni fronteras ni color, ni escrúpulos, ni moral, dejar eso de lado, es algo que sorprende hasta el más ingenuo.
Hoy, además se difundió, que a minutos del anuncio de la renuncia, que también ocurrió de un modo poco común, un rayo cayó sobre la cúpula del vaticano.
Un rayo de verdad.
Si algo necesitaba la iglesia era conjurar toda la escena: palabra de Dios en la tierra, enojo de Dios.
El rayo tiene la fama de ser la voz de enojo del todopoderoso, relación sembrada por el cine, la televisión y ellos, que tomaron la idea de textos sagrados, que su vez son tomadas del relato oral.
Ahora ven a difundir que fue un signo. La interpretación será torcida y retorcida hasta exprimirla.
Las noticias fueron más sorprendentes que la renuncia, porque algunos medios que apoyaban al ahora futuro ex pontífice, estuvieron difundiendo las barbaridades que cometió este papa.
Luego, hubo docenas de “cositas”, como la situación del mayordomo que denunció asuntos de pedofilia, y también asuntos monetarios pocos claros.
No sé si muchos lo saben, pero los países, cuentan con fondo especiales que sostienen la estructura de la iglesia.
En Argentina, por ejemplo, hay un fondo, el llamado ATN, aportes del tesoro nacional que consiste en un uno por ciento, no sé si es preciso el dato, de la recaudación de impuestos nacional. Ese dinero puede ser usado por los funcionarios de manera discrecional. Que quiere decir que pueden disponer de ese dinero como se les de la gana, sin control ni justificación.
Adivine a qué bolsillos eclesiástico cae la mayor parte de ese dinero.
De este modo el estado se asegura la fidelidad de quien manera las conciencias del país.
La situación explica un poco por qué la iglesia mantiene fidelidad con aquel poder que administre ese fondo, como ocurrió durante la dictadura, y en anteriores también.
El papa, la jugó raro también, pues siendo un leal nazi, en su época, a su vez, el mismo que en el discurso en la universidad de Ratisbona en el 2006, trató de equilibrar fe y razón, concepto vedado a la fe, desde que la iglesia existe.
De ese modo, se ganó un interrogante con los recalcitrantes ateos.
Por estas y otras parecidas interacciones con políticos y países, ha conseguido acallar los graves delitos que se saben de la iglesia desde siempre, la pedofilia, por ejemplo, en su peor cara.
Sin embargo, los religiosos lo saben, los acólitos siempre piensan que eso ocurre en “otro lado”, y siguen enviando a sus hijos a las iglesias y lo que es peor a escuelas religiosas, donde las malas experiencias se entierran en la mayor organización del mundo en conspirar para silenciar los delitos que se auto perdonan.
Renuncia, de recluye y ese será todo el pago por sus delitos de encubrimiento y quién sabe qué cosas que ni nos animamos a escribir.
Que este papa, se haya atrevido a pisar el suelo del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, fue de una audacia que solo la protección impune admite.
Antes que el nazismo, la iglesia ya había inventado la intolerancia, la inquisición, la persecución religiosa, la masacre y todo tipo de horrores, violaciones de todo tipo.
No nos olvidemos del papado de los Borgia, crímenes horrendos, que para los que sostienen el modelo de la iglesia, “ocurre en otra parte”, en el cine, son incapaces de pensar siquiera que es su propio aporte el que sostiene la estructura que permite las más grande aberraciones que se conocen en la historia de la humanidad.
Tampoco olvidemos que en el año 94, en Ruanda, ocurría otro genocidio con la exterminación de 4 millones de personas, alentadas por el poder de la iglesia.
Benedicto XVI, perteneció a la juventud hitleriana a la edad de 18 años, que era precisamente la mano de obra de los que no se ensuciaban las manos, para torturar a quienes quisieran, con el aval de las fuerzas del orden, acciones con que sembraban la esvástica en los corazones en formación convirtiendo en orgullo actos impronunciables.
Luego, la construcción de las conveniencias dirían que era obligatoria para los seminaristas la afiliación, dejando de lado que los que no aceptaron esa obligación prefirieron morir en algunos casos o enterrarse en los guetos.
Luego se diría que no podría haber desfilado ante Hitler, como si el desfile fuera el acto de aberración, sin tener en cuenta lo que esa juventud realizaba en las calles, sin control, con la venia del poder.
El 28 de Mayo, Benedicto XVI, caminó por Auschwitz. Si hubiera un Dios, ese fue el momento en que debió caer el rayo.
El otro, el que cayó a segundos de la renuncia, prefiero tomármelo como un efecto de dramatismo irónico.
En ese momento, dicen que se escuchó al papa decir: "¿Por qué, Señor, permaneciste callado? ¿Cómo pudiste tolerar todo esto?".
Estamos listos, si la interrogación obtuvo respuesta, el discurso sobre que el papa es la voz de Dios en la tierra, ¿en qué queda?
En la historia papal, no hay responsabilidades que la organización de la iglesia asuma.
Son la organización más protegida por la sociedad que mismo daña, es un fenómeno muy curioso que evidentemente está tan arraigada que no es posible destituir con la razón.
Respecto a este papa, me parece que se sale muy fácil de sus responsabilidades peros ería muy buen que ya fuera del investimento papal, convertido en hombre, sin el escudo de ser el hombre con quien Dios juega a los datos, habría que ponerlo en un banquillo y comenzar a recabar su verdadera historia, no porque tenga la esperanza de que vaya a pagar los crímenes de ocultamiento o quizás los propios, sino para que sirvan de advertencia, de ejemplo y empezar a colocar las cosas en su lugar.
No habrá justicia mientras no sea realmente aplicable a todos.