Vivimos el efecto de la burbuja inmobiliaria desde hace tiempo, pero poco comprendemos de cuál fue la operatoria que implicó el problema en el futuro.

Mejor conocer ideas de negocios en detalle para no repetir errores en el futuro.

El comienzo nunca es sencillo de detectar, porque cada decisión viene de una situación previa, pero podemos acotar el problema a la burbuja específicamente.

Los bancos se pusieron de acuerdo, desde el año 2004, y por 3 años que duró, alentar a los compradores de inmuebles a colocar su dinero en cuentas destinadas precisamente para la compra de propiedades.

La creación de estas cuentas estaba incentivada por facilidades fiscales y una deducción del 15 por ciento con la condición que la compra fuera para vivienda, al menos por los 4 años siguientes a partir de la creación de la cuenta. Con ello, el estado proveía de un recurso para solucionar el problema de la vivienda, ayudada por los bancos y el apoyo de las inmobiliarias y constructoras, parecía una fórmula en la que todos ganaban.

Para el caso que el dinero no se utilizara para la compra de la vivienda, el importe podía devolverse deducido los intereses y sin los beneficios, a partir de la declaración de rentas del año correspondiente.

Para las cuestas que se abrieron entre el 2004 al 2006, el dinero debía ser devuelto entre el 2008, a los siguientes 3 años.

En pocos meses muchos contribuyentes se adhirieron a la operatoria, produciendo un auge y apogeo de la vivienda en 2008 y años subsiguientes.

Debido a la bonanza, las normas comenzaron a flexibilizar los plazos, los que vencían en el 2008, se llevaron al 2010. Esto ya debió ser un alerta, los que no pudieron concretar la venta en 4 años, ahora tenían 2 años más, en los que recibían una ayuda para la compra, y si no, debían devolverla, lo que empezó a provocar un desbalance en las cuentas públicas, cuando hay plazos que se vencen, continuarán venciéndose, los que se sumaron a la operatoria o calcularon mal o prefirieron seguir aprovechándose del beneficio sin concretar la compra.

Con la ampliación, cancelar la compra, la devolución, era significativamente menos importante y seguía siendo un gran beneficio.

Esto provocó que hubiera muchas propiedades, ahora bajo la responsabilidad económica de los bancos, cuyos pagos no se concretaban, sino que los casi dueños, solicitaban la devolución del dinero.

Hubo casos que por demoras administrativas, gente que recibí la ampliación del beneficio, ya había retirado su dinero. Las variaciones de situaciones hicieron que la operatoria quedara llena de agujeros, ya que el sistema no estaba previsto para la multiplicidad de situaciones que provocó.

Por lo mismo que la inexistencia de acciones sobre la operatoria en todos sus puntos, no se correspondió con la realidad, el control sobre los casos de deducción indebida, retiro de dinero, la no compra, y sus variantes, quedaron sin registros confiables, por lo que Hacienda se vió en dificultades para lograr que los contribuyentes devolvieran el beneficio.

Con los problemas generados en casa punto de la operatoria, la cantidad de beneficios que expiraron, explotaron cuando se hubo terminado todos los plazos, esto ocurrió en el 2013, y desde entonces, los bancos, ahora con activos en inmuebles, tuvieron que salir a buscar compradores, sin la experiencia de las inmobiliarias, sin compradores, y con un producto que consume, expensas, servicios, mantenimiento.

Esta explicación, que parece sencilla, reveló a su vez, la débil sustentación económica de algunos países, los malos negocios iniciados por los bancos, y la avidez de muchos que más lúcidos, descubrieron un agujero financiero en la propuesta estatal y la aprovecharon.   En el medio, habrá habido gente que se quedó realmente con su casa.

Luego y hasta el momento, la sombra de la mala situación asola a casi todos los países, porque el dinero habrá salido no sólo de muchos bolsillos, sino que cuando alguien gana desmedidamente, otro es explotado en mayor proporción.

Nuevamente los bancos, como tan bien conocemos en nuestro país, Argentina, han sido los que menos han perdido.

Una lección que hemos aprendido y por lo cual ha dejado una generación que no confía en los bancos, que prefiere tener su dinero en moneda extranjera antes que en las instituciones bancarias, y que por lo mismo y a su vez, provoca la falta de créditos para la vivienda, con que convivimos, sumada a la situación de las dificultades en la compra de dólares.