En nuestra sociedad, no solo lo invade todo la corrección política, sino también la anticorrección política. Es decir, vivimos a merced de una dobla moral extrema y apabullante, y eso se aprecia, por ejemplo, en el terreno sexual: la moral cristiana en la que se sustenta nuestra sociedad sigue vigente en el hecho de que todavía es más tabú de lo que muchos creen hablar de sexo o tener una vida sexual activa, sobre todo si eres mujer; sin embargo, eso ha generado, al mismo tiempo, un caso de ultracorrección, puesto que una persona asexual no puede admitir en voz alta que lo es sin que el resto de la gente le mire de forma extraña por no disfrutar de esa esfera que tan íntima es para cualquier persona.
¿Lo ven? Bien, pues algo similar ocurre con el tema de la lectura. Verán, el impacto que han tenido el cine o internet desde principios del siglo XX ha sido tal que la literatura ha entrado en una especie de pequeña crisis; puesto que, naturalmente, ahora las opciones de entretenimiento no son únicamente los libros, sino que se han ampliado. Por eso, es natural que tantas personas hayan salido en defensa de la lectura, con consecuencias positivas... y negativas. Porque si una persona admite en voz alta que no le gusta leer, lo normal es que la gente la apalee o la tache de inculta; y da igual que esa persona sepa mucho de cine, de documentales o de historia del arte pictórico. Los libros están tan sobrevalorados que a mí, que tampoco me gusta leer, hasta me da vergüenza admitirlo.
Sin embargo, en mi caso ha ocurrido un milagro y ha sido gracias al hecho de haberme comprado una tablet. A mí lo que me ha echado siempre para atrás de leer es que me parece muy aburrido el formato libro, el hecho de pasar páginas de papel; pero las tablet brindan tantas facilidades que últimamente me estoy aficionando a algunos libros. Así que, no sé, si quieren comprar tablets baratas para probar, como yo, tienen más información en esta web.