Desde hace mucho tiempo que la izquierda en Argentina vive una realidad paralela, aunque ambas líneas no se encuentran en la tierra.
La izquierda mantiene su nombre pero quedó definitivamente a la vera de la ética desde que hizo un pacto con los militares en la época en que debió tener la dignidad de jugarse por la clase que decía defender.
Ese error lo pagan hasta el día de hoy, la izquierda actual se compone con unos pocos de la vieja izquierda y la poca convocatoria y apoyo de una juventud que viene de recambio de esa generación que conoció los viejos preceptos sociales.
La situación se catapulta cuando el líder intelectual, Pino Solanas forma unión infame con la activista del escándalo Lilita Carrió.
Si algo le faltaba a la izquierda para caer estrepitosamente fue esa unión, que no sólo le costó el poco prestigio que pudieron haber conseguido, sino que no duró ni un suspiro cuando comenzaron a traicionarse mutuamente.
En la enrarecida actualidad, con la supla Scioli, Macri a metros de cambiar el destino del país, la izquierda nuevamente ofrece su peor desafino, llama al voto en blanco.
Si el voto en blanco fuera un partido, tendría alguna sustancia, pero siendo que se juegan dos posiciones, el neoliberalismo o la democracia, el llamado al voto en blanco es sencillamente inmoral.
El voto en blanco es sencillamente anteponer las razones del ego, de sí mismos, a los destinos del resto de los millones de personas que están ante una situación de amoralidad superior, la repartija entre dos modelos que representan lo peor del capitalismos salvaje, que se pondrán de acuerdo en destruir lo poco o mucho que se consiguió durante los últimos años, para los trabajadores, los más necesitados, los que se beneficiaron del desarrollo social, una mirada y una frase que por estos años volvió el mundo posible para mucho: la patria es el otro.
Ya olvidé la utopía de la izquierda, aquel día en que Pino me traicionó con aquel pacto absurdo, en ese acto me perdió para siempre, a mí y a tantos otros.
La izquierda actual representada por Del Cano, es más ajena que nunca a los intereses de la clase que dice representar.
Sin embargo y en medio de tanta pena, una luz en la oscuridad, el secretaria general del partido Comunista de Argentina, Patricio Echegaray, apoyó al Frente para la Victoria para el balotaje del próximo 22 de noviembre.
Me hubiera gustado que además invitara a sus colegas partidarios a realizar el mismo movimiento, la generosidad, a veces se impone.
Del Cano debe tener maestros muy peculiares que no le han enseñado que ser político es servir, escuchar, hay un clamor de la clase que dice defender, es un hombre culto, supuestamente preparado, no tiene excusas para no acomodarse a una realidad que le está golpeando la puerta, mientras él sigue con la sordera, metido en sus propias ideas como si fueran sagradas.
Con alguien que no tiene flexibilidad para acomodarse a la realidad, no es posible llegar a ninguna parte, es un símbolo de la izquierda fosilizada que sigue en un camino hacia el abismo, arrastrando a los que lo siguen sin detenerse a mirar, no hay otro camino, sólo suicidarse de a uno.
A ver si aprenden de Echegaray, abrió los oídos, puso lo que tenía que poner en el tablero.