No somos más que palabras en el relato de alguien con un léxico tan limitado como el de cualquier lenguaje.
Reducidos a unas pocas sensaciones, algo de naturaleza imprecisa que tiende emboscadas a los sentidos, quedamos reducidos a un poco más que la ficción de momentos en los que la autoestima es un juego de soledades, entre pensamientos; mientras alguien espera en la cama mirando la luz inconclusa que las estrellas imprimen en tu espalda.
Luego solo las palabras darán cuenta de ese momento y de tu existencia.