Siempre pensé que él me pintaba como me imaginaba, ya que no me reconocía en sus dibujos, sobre todo porque suele cambiarme el color del pelo o inventar matices inexistentes; hasta que me dijo: una mujer que no usa maquillaje, no quiere dejar señales. Me sobresaltó. De repente, me estaba mirando a mí, en vez de la apariencia, me resultó perturbador, peligroso. Algunas mujeres eligen camuflarse, esa decoración artificiosa detrás de cuya fachada el tiempo juega retruécanos; funcionan como atrapamoscas, filtro de quién sabe qué; y yo tan a la intemperie, tan visible.