Las maquinaciones ideológicas de Macri, compuesto de las purgas con los despidos, despojar de los centros de educación y abandono de servicios de salud, sembrando la idea de un “bienestar”, utilizando los medios y tratando de corporizar el “mal” en un pasado al que le fabrica un fastidio inexistente, trasmitiendo su visión de que todo estaba mal y estará mejor, bajando la vara de comparación, metiéndonos en un pozo para que luego, cualquier mejora signifique una señal de que nos estamos acercando a la culminación de una epifanía supuesta siempre en el futuro, para ello utiliza métodos coercitivos, el vaciamiento del eje fundamental de debilitación, la economía doméstica, ajustes tarifarios que desarma el ánimo beligerante del pueblo, acompañados de violentos discursos en los que hay un bienestar sólo existente para él mismo y sus amigos, y en algún impreciso futuro, para el pueblo que siga apoyándolo, para el resto, nada, como si su cargo significara elegir, enrejar “su gente”, como hizo con las plazas, dejar el resto afuera y que se conformen.
Se parece a los métodos Stalinistas de la historia negra, con la diferencia que Stalin fabricaba el discurso optimista basándose en hecho reales, la modernización de la URSS, la derrota del fascismo y eliminación del partido Nazi; mientras que Macri no encuentra materialidad ni siquiera en su versión de 8 años de Jefe de Gobierno, lo que se notó en los spot publicitarios.
Moviéndose por la derecha apareció por la izquierda, sin su guerra personal en la cual sostenerse, aún le queda destruir el partido, la persona, Cristina.
Para sembrar la idea del enemigo K necesita construir el monstruo, los bombardeos son infantiles, el título, la maniobra del dólar futuro, la caja fuerte enterrada –ficción, que por otra parte fue un montaje de Jorge Lanata, que hasta él mismo aceptó que fue armado pago mediante-, tiene 4 años por delante para hostigarla, creyendo que ella representa el peligro para los próximos 4 años que piensa en perpetuarse, además de los presentes, sin darse cuenta de lo mismo que no percibió Stalin, que su propia actuación, desde las promesas electorales hasta los discursos actuales disfraces de mejoras que terminan siendo decepciones o mentiras no hacen más que confirmar y amplificar la tendencia que hay en los votantes sobre la relación inestable que tiene la política con la verdad.
Si hubo alguna presidencia que marcó la diferencia entre el compromiso y la verdad, empezó con Menem, cuando el resultado obtuvo el beneplácito del pueblo que le permitió la famosa frase “si yo decía lo que quería hacer, no me hubieran votado”, que inauguró un precedente desastroso para que cualquier presidente de ahí en más lo tomara como ejemplo, validando la “picardía”, de nada más y nada menos que engañar al país entero y salir indemne, creando el artefacto ideológico que le permite a los mandatarios divorciar el decir del hacer.
Luego está el alumno Macri, que aprendió de esa lección, pero por la mitad, mientras Menem contaba con el apoyo de más del 50 por ciento, Macri tiene ese número, engañoso, de votantes que actualmente no le tolera el engaño; los diarios que lo entronizaron pasan permanentes publicidades, así como los medios de las fabricadas epifanías, que ni existen ni hay indicios que vayan a ocurrir, y a pesar de eso, el descontento le tiene la plaza llena casi todos los días.
En otras palabras, Macri vive la fantasía Menemista, en ausencia de logros y de aceptación, parte del éxito de Menem, en su mejor momento fue repartir, no era una sensación, mucha gente realmente se beneficiaba, muchos eran pobres, los gremios tenían consenso tanto desde el presidente como de sus agremiados, Macri no sólo ha traicionado esa relación, sino que lo hace público y si pudiera lo usaría como buenas obras conseguidas en su gobierno, intenta revertir los conceptos de bueno para el estado y malo para el estado, fingiendo que es estado es sinónimo de pueblo, bueno para el pueblo, malo para el pueblo.
Por el momento, todas sus acciones lo benefician a sí mismo y a sus amigos, el resto es discurso de algo que ocurrirá en el futuro, que siempre está más allá, todos los plazos que publicita se desplazan más allá, de hecho, con la clara intención de empujar hasta más de sus 4 años actuales.
El artefacto político Macrista está claro. La parte que falta es si la gente podrá soportar las estreches, los derechos perdidos, el despojo; en los países en que estas situaciones ya han tenido su historia el resultado fue directo, el aumento de la delincuencia, proliferación del consumo de drogas, el pillaje y la estafa.
El artefacto político Macrista está previendo esa situación, y recurrirá al medio que tiene a mano, cual Stalin, cual dictador, el ejército está siendo armado y “suelto”, se derogan los recursos legales que se previeron en su momento, de la mano de Raúl Alfonsín, que mantenía al Ejército, históricamente golpista.
Todos los hechos están cantados, solo había que ser algo estudioso o meramente no ignorante para comprender el efecto de las políticas que Macri está implementando, pero de este presidente no se puede esperar que tenga noticias de estos hechos.
El discursos democrático parte de las bases, de la clase media, el gobierno responde con actuación de dictador, utiliza la tendencia reiterada de la desviación izquierdista de negar la historia real, la que gran parte del pueblo vivió, misma la que lo votó, que ahora se está despertando de las brumas de los que los metieron en la mentira, los diarios, los medios, tv y periodistas poco escrupulosos que cometieron delitos de alterar la verdad, sin escrúpulos, se compran casa en Miami con la fortuna que ganaron convenciendo al pueblo para que acepte al verdadero monstruo Stalinista actual: Mauricio Macri.