Siempre me he preguntado cómo logramos convertirnos en eficaces soldados en el uso de nuevas tecnologías, en algunos casos con conocimientos de verdaderos informáticos, en cambio, conocemos muy poco de nuestra propia “máquina”, el cuerpo.
En la era de la globalización, es casi pecado desconocer algunas premisas fundamentales para no sufrir gastos innecesarios, el secreto es el mismo de siempre, conocer qué le hace bien a nuestro cuerpo, antes, o sea la prevención, es el mejor método para seguir adelante con todo el potencial que el cuerpo ofrece. Para ello, el concepto de valor nutricional es fundamental.
El potencial nutritivo de los alimentos, dependen de su uso, de la forma de cocerlos, de cocinarlos, de la calidad en el origen, pero en todos los casos el aporte al cuerpo de los elementos constitutivos de cada alimento es la mínima información que debe contar cada uno.
En la evolución del hombre, la compañía no es la mejor, los virus, bacterias y gérmenes han acompañado el proceso y aparentemente con más éxito que nosotros.
La capacidad de asimilación de nuestros alimentos, se ve afectada por el proceso a que los sometemos, en cambio, nosotros estamos a punto de caramelo para todo tipo de ataque desde adentro o desde afuera de nuestro organismo.
En la carrera de la evolución de las especies, vamos perdiendo, por la sencilla razón que nos despreocupamos del combustible principal, los alimentos.
En la tabla podemos ver un simple recurso superficial para detectar algunos signos que sirven para autogestionar el estado nutricional propio.
En la mayoría de los casos, hay suficientes mensajes sobre lo malo que es la grasa procesada, como la de las facturas en referencia a los desayunos que incluyen fruta, sin embargo no es suficiente.
Para tener en cuenta, hay algunos tips que aunque parecen lógicos, desafían el sentido común.
Primero: el valor nutricional de un alimento es a tener en cuenta el organismo, el reflejo de la belleza, aunque es secundario, suele ser un efecto, sin embargo, cuando de valor nutricional se habla trata del no desperdicio del recurso alimentario, no de las dietas que responden a sistemas de moda.
Toda manipulación artificial que se propicia sobre un alimento, lo aleja de su estado natural y por lo tanto lo degrada en su aporte.
Por el contrario de lo que se cree, los alimentos congelados, como salen de su estado natural directo hacia el proceso de congelamiento, mantienen mejor sus aportes nutricionales que el natural en los negocios que han tenido que hacer un recorrido en el cual van dejando rastros de su potencial nutricional.
Cada persona tiene un organismo único, la capacidad de adaptar el alimento para su salud es algo que tiene que descubrir a lo largo de su vida, no hay fórmulas precisas, de manera que toda orientación es en base a componentes químicos del alimento, luego queda el factor recombinación con tu cuerpo.
Algunos aspectos a tener en cuenta es que la eficacia del cuerpo en administrar el alimento cambia con la edad, una de esas situaciones es cuando comemos verduras crudas, como no está degradada por la manipulación, parece su mejor condiciones, pero a los ancianos o no tanto suele provocarles problemas gástricos, lo que parece bueno en valor nutricional no siempre es benéfico para el cuerpo.
Cuando se calienta los alimentos, pierden gran parte del valor nutricional, la saciedad, por otra parte es más efectiva, lo que demuestra que la modernidad ha convertido la conveniencia nutricional por el efecto de satisfacción, es una de las direcciones en que la evolución fue por mal camino.
Este mismo efecto tienen los alimentos elaborado, dulces, sobre todo, grasas, aceites refinados, ofrecen una satisfacción que se confunde con bienestar del cuerpo.
En otras palabras, aún cuando algunos alimentos calientes se digieren mejor, no significa que provean un aporte nutricional suficiente.
La vida moderna nos ha torcido tanto los hábitos nutritivos que nos vemos obligados a recurrir a análisis médicos para conocer el real estado del cuerpo.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la edad muta la capacidad del cuerpo para asimilar, no sólo alimentos, sino también conductas, de manera que hay que educar desde joven a los niños para controlar los impulsos que le hacen mal al cuerpo.
Aunque la conclusión probablemente ya se conoce desde antes de leer este artículo, y es que incluir vegetales en mayor proporción que las carnes, no es una verdad absoluta, el cuerpo habla por sí mismo y a veces no es posible sólo con eso.
Recurrir a una consulta con nutricionistas es una opción que hay que tener en cuenta.