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Arcadia 9/22/2016 8:54:55 AM
Arcadia
Peluca para las redes sociales
Escritora argentina, literatura latinoamericana
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Tags literatura relatos cuentos crtica literaria redes sociales metaliteratura literatura latinoamericana revista literaria
 
Relatos, narrativa, cuentos, crtica literaria
 

El curioso nombre del sistema de comunicación llamado redes sociales deviene de la reflexión sobre ese producto que ha generado controversias respecto a lo social.

El principal problema es el horizonte de expectativas que genera el medio. Por comenzar la extraña “sensación” de que todo el mundo está en las redes sociales, por lo tanto algo se pierde si no se participa, se queda fuera del mundo actual y un fuerte sentimiento de exclusión de la raza humana te orilla a esconderte detrás de frases de rechazo, “esa porquería…”, “esa estupidez”.

Hace algunos años, conversando con el Profesor Ferro, catedrático de Literatura, me expresaba la poca calidad de los blogs, la banalidad, la tontería; mi respuesta fue, en aquel entonces, “claro, si la gente que puede ponerle calidad, interés, no está en los blogs, por qué pedir que haya todo eso. Una profecía auto cumplida”, quise expresar que los mismos que opinan eso, si estiman que sus criterios o aportes aportarían algo mejor, por qué no intervenir en vez de denostar, argumento que dio resultado y lo impulsó a ingresar al mundo virtual, con un sitio y con un blog.

La simple cuestión que los intereses, el “medidómetro” de calidad, de contenidos, no es mensurable, es el que a cada uno le parece.

Principalmente, en mi relación personal con sistemas, siendo un espécimen de informática, tiendo a tener la visión de utilidad; esos medios son útiles o no lo son. Lo que hay que definir es el objetivo, según mi visión, cuál es la utilidad y para qué, especificar un plan de acción en función de ese objetivo y tener la sensatez de corregir el rumbo sin involucrar la palabra “fracaso” o involucrar sentimientos, las redes sociales, la reacción, la interacción son asuntos fuera de nuestro control.

Clasifico a los participantes de redes sociales en dos clases: los que ingresan con un tipo de expectativa, y los que usan el sistema sin espectativas; los primeros suelen decepcionarse si no se convierten en los segundo; los segundos lo disfrutan tal cual es, se dejan ganar por lo que sea que ocurra y no establecen sistemas de reflexión sobre la participación o uso de esos medios de los demás.

Los que tardaron en entrar a las redes sociales, usualmente lo hacen por la presión del entorno, “todos están”, generan una suerte de expectativa sobredimensionada que pronto se ve menguada por lo que pasa en realidad, en su realidad.

Los que disfrutan de esos medios, los que han generado el acceso masivo, usualmente jóvenes que toman lo que se les ofrece lo usan a “su modo” y se despreocupan del de los demás, no esperan nada y por el contrario, recolectan una experiencia de amistad, de entretenimiento, de modos de comunicación.

Los que esperan algo indefinido que tiene que ver con expectativas personales, no tardan en descubrir que nadie les dará lo que esperan, que nadie actuará o tendrá discurso que los conforme, y que la mayoría hace lo que se le da la gana, sin que importe lo que otros esperen, esto generará un principio de reflexión sobre el medio que probablemente quede fuera de lugar; los usuarios no tienen por qué actuar como creemos que deben actuar o usar nuestra relación de “amistad”, como se define en Facebook, por ejemplo, o seguimiento como a nosotros nos parece, es exactamente un medio comunicacional que no se aferra a ninguna regla social, y de ahí que algunos lo vean como una paradoja; cuando lo social es una cuestión en un medio social, hay una visión diferente sobre la herramienta que modela la comunicación y la reacción de los usuarios como si hubiera alguna regla, que usualmente es sólo una regla personal.

En otras palabras: la reflexión sobre cómo actúan los otros, la decepción, es una forma de mostrar cómo es uno mismo, alguien que está convencido que hay reglas para lo social, o convenciones que los otros deben seguir presuponiendo que los otros coexisten para esas reglas o si no, y que esa reglas las conoce él mismo y por lo tanto son las mismas para todos y están obligados a seguirlas o no serán amigos o seguidores.

Este tipo de auto imposición es parte de la decepción sobre expectativas puestas en un medio que no tiene ese objetivo, ni le importan objetivos personales, tómalo o déjalo.

Lo mejor de las redes sociales, es también lo peor, a pesar que nos creemos abiertos, globales, mundanos; en el escenario de lo masivo otra realidad nos impacta, las realidades diversas perturban la nuestra y sólo con el espíritu de la curiosidad y el asombro se puede navegar en el mar de opiniones e intercambios que se produce, y salir indemnes.

La primera de las decepciones es que parecemos invisibles, leemos, comentamos, pero no es recíproco, luego, esperamos esa reciprocidad, por “protocolo”, una especie de devolución de gentilezas a la que nadie se siente obligado, ni siquiera uno; pero cuando se comienza a “presionar”, ya sea con comentarios, esperando una respuesta, o invitando a leer nuestras producciones, o preguntando opiniones, pretendemos una respuesta que no se da, aunque algunos con la insistencia, producen una respuesta, pura fórmula: “te leí”, rezagos de una norma social del mundo real, más para conformarte y ser amable que por realidad.

En otras palabras, hay una expectativa desmedida cuando esperas algo de las redes, y una satisfactoria cuando no.

Otro tanto ocurre con la percepción de nuestra propia participación con lecturas y comentarios, los creemos pertinentes, amables cuando es la intención, agresivo cuando no, o burlones; nada de esas características se perciben como tal, nuestro comentario es leído con el filtro virtuoso y único del lector; no nos conoce, ni a nosotros, ni a nuestras intenciones, mucho menos podrá interpretarnos como creemos que se interpreta, los malos entendidos se multiplican, y son el germen que más se propaga.

Mismo como la literatura, cuyo lector decodifica lo que lee bajo un único factor: su propia biblioteca.

Las redes sociales son como las pelucas, el que toma la decisión de llevarlas se siente mejor, pero los demás le ven los defectos y causará diferentes reacciones, algunas de burla, otras de pena, otras de compasión, casi en ningún caso lo que dueño de la peluca espera de ello.

Licencia Creative Commons
Este obra est bajo una Licencia Creative Commons Atribucin-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

 

 

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