El acceso al arte, en la actualidad plantea diferentes perspectivas para el diseño de nuevas formas de expresión, no sólo por los métodos que propone la tecnología, sino por el alcance y alimentación de la mente del artista, ya no vamos a los museos, los museos vienen a nosotros.

El camino del uso de los elementos viene desde la prehistoria, cuando con un hueso se pintaba sobre la roca o se usaba el hueso mismo, ya hay en ese gesto un artista visual, un modo de ver el mundo, de usar elementos para convertir el entorno; la historia del arte, aunque pasó a un elemento plano y pinturas de todo tipo de extracción, en algunos casos fórmulas secretas, siempre intenta el gesto de extenderse sobre el espacio, ya sea con elementos reales como con la interpretación del propio artista, convertir un mundo plano en uno de tres dimensiones es uno de los gestos artísticos más apreciados, en la historia del arte.

Aunque las estaturas se llevan muchos honores, la réplica de lo real, no es siempre tan impactante como su figuración, aunque es una opinión inmensurable,

sobre todo cuando se piensa en el David, esa obra del renacimiento, de perfecta belleza y proporción pero de tamaño enorme, que reflejaba el ideal de belleza del hombre de aquella época, pero igual impacto en la actualidad. Miguel Ángel, en toda su producción parece haber puesto un magia de belleza imperecedera que sería admirada en todas las épocas, a pesar de que la belleza es una percepción que cambia con los tiempos, tenemos impreso el sello de reconocimiento de la belleza cuando ésta toma el rango de universal.

La actualidad ofrece muchos más elementos para generar arte, así como modelos, ya que toda la historia de ese arte perfecto está sobre el nuevo arte, como un gran hermano que mira desde el pasado; la perfección sería resistida, como todos los mandatos de las épocas en todos los órdenes, e incluso los modelos más eclécticos como el grafiti, el arte del letrista y otros de corte comercial, han tomado su espacio dentro del arte.

No hay moldes o métodos, ni siquiera la tecnología que no proponga una forma artística de resolución, hasta las frías matemáticas, o la física, presentan su forma artísticas en el modo en que se muestran al público; en la Universidad de Haifa, por ejemplo, en Israel, hay una sala donde se exponen instrumentos antiguos, de óptica, el modo en que se exponen, es una maravilla artística, todos instrumentos que fueron producto del ingenio con el objeto de mirar, el ojo, primer actor en declara el arte o en calificarlo de belleza.

Sin embargo el debate sobre qué es arte, nunca termina, sobre todo cuando el artista británico Damien Hisrt vendió un tiburón muerte, en un frasco de formol y vendió la obra como arte a precio de millones, el arte sufre de crítica constante sobre su valor, acto que es casi una réplica de aquel de Marcel Duchamp cuando colocó un mingitorio en una sala de exposición artística y dijo: estos es arte, con la idea que el arte se define por el ojo que lo mira, y creo una corriente artística ready made, pero como la crítica no descansa, ahora se dice que o la pieza es del movimiento o es el movimiento el gesto artístico, la rebelión que más define al arte, hacer que el espectador mire algo de un modo diferente a como lo observaba antes de producido el hecho artístico. Luego está la discusión sobre el hecho artístico y su valor comercial, como si el acto de valoración aportara a la obra, el hecho de que el tiburón de Hirst se haya cotizado en millones, y vendido, lo convierte en obra artística o en una especulación de mercado.

La controversia avanza en el medio del caos de la era de la tecnología, ¿mantener un tiburón en un museo lo hace arte o lo hace desubicado, porque debería estar en un laboratorio?

La mejor característica del arte, es precisamente que siempre genera controversias sobre él, de alguna manera un hecho que lo mantiene vivo.