Literatura, relatos, crtica literaria, novelas, literatura latinoamericana
O son un mito o realidad, lo cierto es que en la historia de los premios literarios, hay a su vez, mucha literatura. Hay escritores, dicen, que trabajaban encerrados en su propias palabras, salen a la luz por casualidad, por estrategias de ocultación, o quién sabe qué, lo cierto es que la literatura también avanza sobre estos casos inesperados.
Pasión por la lectura y esfuerzo, dicen, es la fórmula; sin embargo, la visibilidad viene de la mano de llamar la atención por parte de los colegas, escritores que a su vez proponen lecturas sobre determinados textos, los que suelen pasar a los estantes de las librerías cuando el público lector, se interesa; el foco de interés, hoy, pasa por el interés que provocan los influencers, booktubers, lectores de libros en youtube; y sitios de prensa que se dedican a comentarios de libros.
Ser escritor es meterse en propósitos contradictorios, por una parte, hay colegas que recomiendan escribir sin la intención de publicar –Premio Nacional de Literatura 2019, Manuel Matos Moquete–, pretendiendo ignorar que es trabajo gratuito.
Los escritores, en su mayoría, no consiguen vivir de su profesión, por una parte, la dictadura de las editoriales, por la otra, el público, que con el acceso a tecnología, utilizan servicios de lectura “gratuita”, que implica que el escritor nunca recibe dinero por su trabajo, además de que las editoriales tienen un registro ecléctico de ventas, desconocido para el autor.
La autoedición está marchando a paso agigantando, las empresas que producen aplicaciones que permiten editar, Amazon a la cabeza, cuentan con sistemas apropiados que además son una ventana al mundo.
Algunas voces expresan que cuando un texto está en formato electrónico, está a disposición de los amigos de lo gratis.
Sin embargo, además de ser Amazon una de las plataformas que cuentan con un sistema propietario de lectura, se abre al concepto de mejor lectores gratuitos, que texto inédito.
También resuelve la situación poco feliz de que los escritores necesitan ser conocidos para que las editoriales les presten atención, mientras, se produjo un cambio importante en la industria editorial, de repente, las condiciones para los escritores ya no está sujeta a las condiciones de las editoriales, en principio ajenas a las nuevas propuestas de lectores, y nuevos lectores incluso.
Los escritores, de repente, cuentan con nuevas posibilidades de publicación y aunque la promoción de sus libros no es la misma que la que proponen las editoriales, en la realidad, es mejor, la difusión en la Internet, sobre todo en manos experimentadas como Amazon, es un hecho que ha puesto a tambalear a la industria editorial.
Algunas empresas se dedican a sumar a este nuevo paradigma, los libros electrónicos a la industria editorial, ya se reconoce que la autoedición es una amenaza seria para este sector que históricamente sostenía dominio sobre las publicaciones.
Ya los escritores y lectores despegan de ese viejo modelo, y las propuestas editoriales, se conforman con acompañar el proceso como si fuera un servicio extra, sin admitir que el servicio “extra” no los necesita.
Habrá sistemas de funcionamiento editorial que aún sostienen el modelo de explotación del autor, pero esto está pronto a acabarse, si la editoriales no reaccionan, la industria reaccionará por ellos.