Literatura, crtica literaria, relatos, comentarios sobre libros, literatura latinoamericana
Me gusta la expresión de Vila-Matas, el escritor español, que dice «un escritor es un hombre bajo la lluvia, un hombre que trabaja sin parar», bajo la idea que la literatura no es llegar a nada, sino transcurrirla, con la molestia permanente de estar bajo la lluvia; es un llamado de atención a los escritores instituidos, los que posados sobre laureles hacen de su palabra un sistema de sentencias, el que va en camino de convertirse en ello es el Nobel Vargas Llosa, que se inmiscuye en todo tipo de tema, travistiéndose en sus propios personajes, que opinan, actúan, como si fueran escenarios de sus novelas, donde las tramas ocurren por su imaginación.
Vila-Matas es un escritor que ha realizado una trayectoria interesante: no ha recurrido al camino de los concursos o de los eventos que generan falsa popularidad mediante publicidad editorial, se hizo de poco, entre sus lectores, y se fue convirtiendo en un escritor de culto a pura escritura; es un escritor tímido al que no le gusta excederse en charlas o entrevistas, lo que genera, precisamente, que muchos quiera entrevistarlo, y con ello, parecer lo contrario de lo que postula: la necesaria invisibilidad del autor y la atención en sólo su obra.
A Vila-Matas lo escuché, personalmente, declarar que los aspectos biográficos de sus textos, son falsos; de hecho, hasta los encuentros con otros escritores o sucesos, sin embargo, viven la vida apócrifa que genera el éxito de sus textos, tal como le ocurrió a Borges con sus falsos encuentros con Bioy, entre otros; aspectos que conviven con la mítica que generan los buenos escritores: la necesidad del lector de creer que se relata la realidad.
Vila-Matas ha relatado, cuando le dan la oportunidad, los “apuros” que sufre cuando se encuentra con tal o cual escritor con quien ha inventado una escena en algunos de sus textos, teme el reclamo.
La puesta en escena del escritor, en la actualidad, parece tener que transcurrir en la realidad, también, Vila-Matas dijo: «Aparezco como personaje en más de treinta novelas, y en todas ellas parezco inventado, porque no me identifico con ninguno de ellos... Tras años de rarezas, una vez hablé con normalidad ante el púbico y uno de los asistentes me abordó al final para decirme: ‘Es usted muy vulgar’».
Esto me recuerda a un video que vi de Juan José Saer, un paseo por el pueblo que inspiró los espacios ficcionales de su textos, Serodino, en Santa Fé, en el video, se veía un hombre normal al que no le pasa nada más que eso: pasear y finalizar el video con un asado con amigos, con las palabras: «supongo que algunos se decepcionarán con este video, ya que mi vida es así, normal, aburrida»; yo solía pensar que Saer no podía haber escrito así con una vida apacible en la que parecía no pasar nada, lo que engrandeció mi admiración ante su obra. Saer, también sería “vulgar”, al decir del oyente de Vila-Matas.
Eso nos deja con algo de esperanza, una vida prosaica como la mía, puede producir una obra como la de esos grandes escritores. Éste último párrafo es nada más y nada menos que un espacio de autopublicidad: en mi libro Adelaida Sharp en tu tiempo, hay múltiples imposturas, por una parte porque es un texto que finge ser un blog, y por otra, porque el texto no es el tiempo de Adelaida, sino del tuyo, lector; y tu tiempo, aunque quizás no lo sepas, es el tiempo de los blogs, de la intertextualidad, del escenario virtual.