Cuando una circunstancia tan triste y difícil ocurre a lo largo de nuestra vida, como es la pérdida de un ser querido, un familiar, un amigo o un compañero, lo de menos es que tipo de flores va a componer esa corona de flores para funeral, en la que, a través de una cinta expresaremos, de forma breve, un recuerdo, un no te olvidaremos, un abrazo, porque lo que realmente vale es lo que queremos expresar hacia la persona que nos ha dejado y a la que ofrecemos ese último regalo o presente en forma de corona de flores o de cruz funeraria; sin embargo, y aunque nos cueste en un momento como ese, elegir qué tipo de flores vamos a colocar, normalmente, escogemos aquellas que sabemos que le gustaban, margaritas, girasoles, rosas blancas o rojas, claveles, gladiolos, narcisos...
Es un momento delicadamente triste, al que intentamos poner un toque de delicado cariño, amor y recuerdo hacia un ser querido, a través de las coronas funerarias con sus flores preferidas.
Las personas allegadas al difunto suelen enviar flores tanatorio como una forma de expresar sus condolencias hacia la familia y un bonito recuerdo hacia el amigo, conocido o compañero que se fue.
Cuando un hecho así ocurre en una gran ciudad, como puede ser Madrid, Zaragoza, Barcelona..., el número de tanatorios es muy elevado y, como todos sabemos, se asignan de acuerdo al domicilio del fallecido y/o familiares. De tal manera que cuando se nos comunica el fallecimiento de alguien a quien nos une un cariño, una amistad, podemos enviar flores al tanatorio la Paz, o flores al tanatorio m30 o flores al tanatorio norte, a través de una floristería que se ocupe de este encargo. Los clientes acuden a una floristería de Madrid y solicitan el envío de flores al tanatorio que corresponda, detallando al encargado o encargada, el tipo de flores que quiere, la forma del ramo, corona de flores o cruz funeraria y el mensaje que desea incluir en la cinta; una dedicatoria breve que expresa nuestro acompañamiento a la familia y nuestro pesar y recuerdo por la persona fallecida.
Encajar todo aquello que tiene que ver con la muerte, una palabra que casi siempre enmascaramos con otras más suaves, nos cuesta porque no queremos aceptar una realidad por la que todos y cada uno de nosotros debemos pasar. Es parte de la vida, nacer y morir.