Existen numerosos estudios y opiniones basadas en criterios sólidos que han arrojado luz sobre un hecho actual incuestionable: cada vez se casan menos personas o, en caso de hacerlo, se divorcian con más frecuencia. Los más tradicionales, indudablemente aquellas personas que vivieron en una época en la que, para empezar, no existía una pandemia de coronavirus, consideran que esto se debe a una especie de «crisis del amor». Nada más lejos de la realidad: que las personas sean cada vez más completos y completas como individuos e individuas, y que puedan tomar una decisión libre con respecto al inicio y el fin de un matrimonio, implica una buena época para enamorarse.
Porque lo cierto es que antiguamente muchas personas también hubieran querido divorciarse, en especial mujeres dependientes económicamente de sus maridos, pero las leyes no lo permitían. Ahora, además de que sí es un derecho civil inalienable, existen también abogados de divorcios en Salamanca, en Madrid, en Barcelona, en Zamora, etc., que facilitan el proceso mediante un asesoramiento completo y profesional. No hay dos matrimonios iguales, pero sí hay una serie de parámetros que tienden a repetirse en todos ellos; por ejemplo, la cuestión de los hijos y de la custodia.
No obstante, los buenos abogados matrimonialistas de Zamora o de cualquier provincia española saben llevar a cabo una labor de investigación previa y responsable con el fin de conocer a sus clientes y, por extensión, brindarles la ayuda legal especializada que necesitan con respecto a su caso concreto. No se trata solo de adquirir la documentación necesaria y firmar unos papeles, sino también de ser plenamente conscientes de que cualquier persona que acuda a un despacho de abogados en Salamanca, por ejemplo, lo hace en condiciones de vulnerabilidad emocional.
A fin de cuentas, por mucho que se desee poner fin a un matrimonio, supone el fin de una etapa de la que cualquiera de las dos partes de la relación esperaba más, sin olvidarnos de que en algunas circunstancias la separación de bienes y las consecuencias psicológicas sobre los niños más pequeños no son en absoluto fáciles de solventar.