El plan de acudir a una pastelería industrial de Madrid es ideal y atractivo en cualquier época del año. Sin embargo, hay días, meses enteros, incluso, en los que hacerlo puede añadir un extra de interés. Es el caso de la época de otoño invierno, ya que, por un lado, tenemos Halloween, una festividad cada vez más asentada en nuestra cultura nos guste o no; y por otro, la Navidad, como quien dice, está a la vuelta de la esquina, y eso significa que es época de troncos de chocolate, de turrones, de mazapanes y, cómo no, de roscones de Reyes. ¿Qué mejor lugar que una pastelería para comprarnos los nuestros?
Así pues, con la excusa de deleitarnos con las creaciones de motivos fantasmales o góticos propias del 31 de octubre, o con la firme intención de comprarnos un roscón de nata o de trufa tamaño familiar, en cualquier momento de los meses de octubre y diciembre podemos acudir a nuestra pastelería más cercana y regalarnos no solo un poco de dulzura para el paladar, sino también un buen día. No obstante, y como acabamos de decir, cualquier momento del año es buena idea para sacar partido de las riquísimas y estéticas creaciones culinarias de una pastelería artesanal o de una fábrica de pastelería.
Por ejemplo, nuestro cumpleaños o el cumpleaños de un amigo, o quizá sencillamente que nos apetece una porción de tarta, sea cual sea nuestra favorita. No solo los más pequeños de la casa, en caso de haberlos, tienen derecho a disfrutar de los pasteles. Es decir, que una dieta no nos impida darnos un capricho de vez en cuando. A fin de cuentas, las pastelerías, como las jugueterías, tienen un don casi mágico, el de devolvernos a la infancia.
No cabe duda, en definitiva, de que eso es algo que necesitamos en esta convulsa época, en la que la pandemia global sigue haciendo de las suyas a pesar de estar ya vacunados en gran medida. Si el sabor de la nata, del chocolate o de una galleta crujiente puede hacer que olvidemos la situación, bienvenidos sean.