Salté perdida del banco a la calle
como arpegio errante de Vivaldi
o beso rodando por el pavimento.
Volé eterna sin querer tener duelo
entre hilos sueltos de la memoria
que me ataran a perdones esquivos.
Bailé tenue en brazos del tiempo
con giros de melodía traicionera
y llanto gris de mandolina herida.
Coqueteé confundida con el suelo
y sin ser nota de un violín herido
construí una limpia pirueta lunar.
© Alfredo Cedeño
http://textosyfotos.blogspot.com