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AnaAbregu 10/23/2013 10:29:41 AM
AnaAbregu
No vayas a Valencia y en todo caso no vuelvas tampoco
Decisiones que lamentas, ir a una ciudad que te recomendaron que no vayas.
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Tags Valencia viaje a Valencia turismo en Valencia turismo en Espaa evitar Valencia
 
La fantasa de Valencia, ciudad hermosa con habitantes dudosos. Impresionante, nos estafaron en todo y cada una de lo que intentamos en esa ciudad.
 

Desde Madrid, la ruta lógica hacia la costa, nos pareció Valencia. Ciudad cercana, donde alquilaríamos un auto para hacer el camino de la costa hacia Sitges, en Gerona, ciudad con ecos de belleza al ultranza, pueblito de pescadores, cercana a Cadaqués, otro de nuestros destinos.

En Valencia se encuentra la Ciudad de las Artes, un importante complejo de Ciencias que incluye un renombrado Oceanográfico, al que se acercan estudiosos y visitantes de todo el mundo que contratan paquetes turísticos de 3 días con alojamiento en la ciudad y guías para todos y cada uno de los entretenimientos.

Parecía ideal para dormir, descansar, incluir una visita al Oceanográfico, al famoso Mercado, donde degustaríamos la famosa paella a la valenciana y la Caramelera, que es una vieja estructura usada antiguamente para el toreo, que supuestamente se había convertido en una dulcería famosa.

Valencia resultó una decepción en toda la extensión de la palabra, pero no por la ciudad misma, sino por su gente, lamento decirlo.

Cada actividad que realizamos nos causó estrés, resultó un problema y en todos los casos se aprovecharon de nosotras, sacándonos dinero, y lo peor: tiempo valioso que necesitábamos para viajar y conocer.

El primer problema comenzó cuando habiendo viajado en el RENFE, tren de alta velocidad, se detuvo en el medio de la nada, a unos 70 km de Valencia.

En las tres horas que estuvimos varados, supimos que había una avería, y que se intentaron varias opciones, desde acercar otra máquina desde la estación cercana para probar remolcarlo, hasta enviar un ingeniero que logró que el tren arrancara hasta llegar a la estación a unos 40 km x hora, paso de hombre en términos de las posibilidades del tren, indicando a los pasajeros que nos sería devuelto el costo del pasaje, como política de la empresa que ante demoras de ese tenor, devolvía el monto del pasaje, podríamos hacer el reclamo en la estación.

Esto nos retrasó 3 horas, en vez de llegar a las 11 de la noche, llegamos a las 2 de la mañana.

La estación, según yo había visto en el mapa quedaba a muy pocos metros del  hotel, aproximadamente 7 u 8 cuadras, y si no hubieran sido las 11 de la noche, era muy fácil llegar a pie.

Lo primero que pasó es que un señor, oriundo de Valencia, nos indicó mal el camino a seguir, cuando analizamos el hecho, después, nos dimos cuenta que se hizo “acompañar” por nosotras en su propio camino, abandonándonos a nuestra suerte en el medio, pues consiguió el único taxi que pasó por esa ruta.

Lo que nos dejó solas, ahora tratando de entender cómo seguir, frente a una autopista. Todos deben haber visto que para cruzar una autopista hay que bajar escaleras, luego volver a subirlas y así, hasta estar del otro lado. Esa fue la situación, imaginen dos mujeres con pesadísimas valijas, con todos los documentos encima, dinero para un viaje que recién comenzaba cruzando por debajo de autopistas, sin luz, tratando de movilizar 20 kilos de efectos personales.

Si hubiera tenido la prudencia de revisar mi computadora mientras estábamos detenidas, hubiera recordado que el camino directo no hacía necesario cruzar autopistas, pero en el medio de la incertidumbre, confiar en un valenciano pareció sensato.

Llegamos a las 3 y tanto de la mañana a la puerta del hotel, sólo para comprobar que no nos atenderían. Aunque el hotel había recibido una confirmación de nuestra llegada, alrededor de las 11 de la noche, no les pareció esperarnos más allá y no había recepción nocturna, ya que el hotel, en realidad, tenía un cartel de pensión. Engaño, que luego nos percatamos, es habitual en la información que ofrecen los hoteles baratos.

A las 3 de la mañana, en un lugar que se veía amenazante, más que la autopista incluso, estábamos en la calle.

Fue una suerte que en la misma cuadra hubiera un hotel de verdad, de manera que al final, pudimos alojarnos por un poco más de dinero, al menos por esa noche, cuando ya estábamos pensando en pasar la noche en la calle. La noche en la que había que descansar para buscar el auto al día siguiente para el viaje por la costa que sería largo y complicado, pues no conocíamos la zona.

El siguiente incidente ocurrió en el desayuno, al lado del hotel que completo, con manteca, dulce y mermelada, jugo que costaba algo como 4 euros, o cifra parecida, cada una.

Nosotras estábamos con pocas horas de sueño y el afán de llegar al Oceanográfico, así que sólo pedimos un croissant con café. Cuál no fue nuestra sorpresa al recibir la cuenta, con un costo del doble, ante el reclamo la respuesta fue que no habíamos pedido un desayuno, y que el café y croissant, aunque incluidos en el supuesto desayuno, eran más caros que el propio desayuno.

Como era temprano, teníamos tiempo de ir a la estación, a reclamar al RENFE y de paso identificar la oficina de EUROPCAR donde teníamos la reserva del auto.

El reclamo del RENFE, fue inútil, pues había que esperar 24 horas, y nosotras esperábamos no estar allí en ese momento, luego comentaré al respecto de este trámite. Identificamos la oficina de EUROPCAR y nos dirigimos hacia el Oceanográfico.

Un lugar espectacular, acompaño este artículo con fotos y videos. Fuera de la belleza de los animales, en definitiva llegamos a la conclusión desagradable que con las guías escritas tardábamos mucho más caminando y tratando de encontrar los animales, que viéndolos, la razón es que todo está preparado para que indefectiblemente caigas en un shop de ventas y souvenirs, en vez de los animales.

Nos produjo tanto rechazo las maniobras de venta que no compramos nada. No es que meramente hubiera shops, sino que ninguna indicación te conducía a los animales, te pasabas tiempo tratando de descubrirlo, sino que sólo había indicaciones para los shop , mientras en el mapa estaba indicado como de animales.

La mayor parte del tiempo estábamos buscando, perdidas, en el medio del sol, sin señalizaciones sobre dónde dirigirte,  sin indicaciones de servicios sanitarios, y siempre cayendo en un shop, por donde sea que te movieras.

Un bello paseo se convirtió en una trampa de la que era difícil salir, y que nos impulsó a abandonar el lugar lo más rápido posible. Pudimos ver algunos animales, pero la mayor cantidad de tiempo, caminamos bajo el sol, sin orientación y perdiendo un tiempo valioso.

De allí, nos dirigimos al Mercado Central, a probar la famosa paella. El lugar, impresionante, los olores, los colores, es hermoso edificio superaron las expectativas, no así la comida, ni la atención.

La idea era comer en el propio mercado. Descubrimos que había un par de lugares donde cocinaban adentro y en ninguno de los dos había paella.

Nos sentamos en el mostrador, el olor era tentador, donde te informan el menú, entre otras cosas, decidimos probar cigalas, bicho de mar, que nosotros definiríamos como marisco, a 1 euro cada una, solicitando 4 para probar. Cuál no fue nuestra sorpresa que a la hora de pagar, nos cobran 12 euros, lo que calculábamos en 4, sin más explicación, nos mostraron un cartel que decía: 100 g de Cigala, 12 Euros. Aunque nos habían explicado el precio en términos de cantidad, no había manera de saber cuánto pesaba lo que comimos, y para el que conoce esos bichos tendrá serias dudas que 4 pesaran eso, no era lo que nos habían informado.Sin palabras ni  apelación.

Como vamos viendo, nuestro ánimo iba en decadencia, parecía imposible que nos siguieran tomando el pelo.

Nos dirigimos hacia la Caramelera. Si alguien busca esa descripción en Internet, verá fotos fabulosas y edificio fabuloso, una antigua arena de toros. Al llegar, seguían las decepciones, había una fiesta de October Fest, que hubiera sido divertido si no fuera que había que buscar un auto y seguir camino. El edificio, sucio, feo, engalanado con carteles de la fiesta, no mostraba nada de lo que pudo haber sido.

La caramelera, se había desplazado una cuadra, era un negocio común y corriente, absolutamente ajeno a las fotos, evidentemente exageradas, que muestran en Internet.

Ya con ganas de huir de Valencia, fuimos a buscar el auto, y esto terminó de completar una de las peores experiencias en esa ciudad.

Habíamos reservado el auto con más de un mes de antelación, hicimos muchas consultas, además de asegurarnos de incluir todos los seguros necesarios, para cobertura total.

El primer mal trago resultó en una discusión bizarra sobre los seguros que no cubría, finalmente, nos cobraban más del 50 % por encima del valor con el detalle de que no cubría ni techo ni ruedas (sí, parece chiste ¿verdad?)

Ya cansadas y con rumbo a la playa, no queríamos perder más tiempo por dinero;  el auto, que nos fue entregado alrededor de las 15 hs, supuestamente con un GPS que no se podía configurar en el salón de retiro, pero que en ruta funcionaría, nos hizo perder horas, dando vueltas en la ciudad, porque no funcionaba.

Habíamos salido del lugar con indicaciones de las personas, pero a la hora de que el GPS nos orientara por el camino de la costa, no funcionaba, y no éramos capaces de encontrar el modo de volver al punto de partida para el reemplazo.

Las indicaciones de las personas eran confusas y no lográbamos tomar las calles o avenidas que nos llevaran a la estación, luego de dos horas perdidas, y al realizar el reclamo, la empresa nos demoró otras 2 horas, tratando de configurar un GPS que evidentemente estaba roto, y haciéndonos perder tiempo en la espera inútil por otro. Suponemos que bajo la idea de ganarnos por cansancio y sabiendo de nuestro apuro por partir, obligarnos a irnos sin GPS, cosa que no era posible ya que nosotras no sabíamos cómo salir de la ciudad siquiera.

Tomando el toro por las astas, deshicimos la operación, para dirigirnos a otro, no sin antes esa empresa pretender cobrarnos las dos horas de supuesto “paseo”, que habíamos tardado en volver.

No bastándoles con el tiempo que nos hicieron perder, se daban el lujo de tomarnos el pelo, preguntándonos si aunque no contratáramos el auto, queríamos el GPS. Además del mal trato, la burla, EUROPCAR, nunca más.

Por fin, en una hora más pudimos salir de esa ciudad, con un auto de AVIS, a menos del valor original que nos habían estafado en EUROPCAR, incluyendo la cobertura de techo y ruedas.

Luego, cuando estuvimos fuera de la ciudad, por comentarios en el camino, lejos ya, nos enteramos por qué nos recomendaron no ir por esa ciudad, sin dudas, sin desperdicio, en cada una de las cosas que tratamos en esa ciudad, nos sentimos estafadas, maltratadas y perdimos lo más valioso de cualquier viajero: tiempo.

Reconocemos que recibimos varias advertencias, pero como íbamos a estar solo un día, no le dimos mayor importancia, luego de la experiencia, sentí que no podías respirar en esa ciudad sin que alguien no esté aprovechándose de ello.

A esta altura sospecho que no es que el RENFE se averió, sino que se negó a entrar en esa ciudad.

Luego, realizamos los reclamos correspondientes, RENFE negó la situación, diciendo en un caso que habían matado a una persona, luego, unos días más tarde era un  animal, ambos excusa para no devolver el dinero.

Como corolario, enviamos una queja de la situación al Ministerio de Turismo de Valencia que tiene una página para quejas de ese tipo de servicios, no sé por qué nos extrañó, ni siquiera contestaron para mentirnos, como lo hicieron el RENFE o Logitravel, empresa en la que adquirimos los pasajes.

 

 

 

Mercado de Valencia

 

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