Encontré el sol hecho naranja en un cielo verde
mientras el cielo trepaba mis muros
y dejaba los barrotes jugar entre sombras.
Tracé caminos de adoquines embriagantes
con aroma de jerez en la punta de ayeres frescos
y entrega de sensaciones agridulces sin culpas.
Bebí cristales en los bordes erizados de púas
cuando su boca abrió la noche entre mi pelvis
y conduje ebrio de sus artes a través de la ciudad.
© Alfredo Cedeño
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