Jornadas literarias, dedicadas a Hector Libertella y Osvaldo Lamborghini en la Biblioteca Nacional y MALBA
Tengo a Hector Libertella bajo sospecha de fuente de epígono, escritor que genera huellas que otros seguirán, aunque es más arriesgado definirle un estilo, se pueden señalar rasgos.
En particular, me interesó el sistema de corrección, que no es exactamente la palabra que le cabe a este escritor.
Libertella no incluía el gesto de tachar, reponer o dejar en blanco, modo de sustitución que define el proceso de reescritura; sino que hacía convivir todas sus versiones sumultáneamente, cambiando cada una, convirtiéndola en otra con igual vigencia que las nuevas.
Por años, nos han interesado los borradores o manuscritos de escritores de los que, como si fuera una arqueología de la escritura, buscamos comprender; o suponer que comprendemos el arte de dejar afuera o incluir, bajo la presunción que hay un camino en el abandono, una traza, indicios de una genialidad tan importante como la que queda como versión final.
Desde otro punto de vista, lo que se tacha, lo que queda, son dos haces temporales del texto, del que es y el que nunca será, pero dos caminos al fin, dos simultaneidades.
Esa idea, que parece resumirse en la habilidad de un escritor en establecer el fragmento que de cuenta de la forma, necesaria y suficiente para constituir la legitimidad del texto que luego será el producto de los procesos mentales del genio, puede no ser tan extraña a las relaciones biológicas de nuestra existencia, una causalidad física.
Avanzaré con esa idea, indicando que en Libertella, ese gesto, de las dos dimensiones del papel –y la palabra dimensión, no es inocente-, a las tres dimensiones de una existencia simultánea.
Libertella no descartaba sus tachaduras, generaba nuevas versiones sobre lo ya escrito y todas convivían en diferentes fases de escritura; cuando no hay resolución entre lo que debe permanecer y las versiones son todas posibles, lo que desaparece es la escala de valores, todo tiene la misma importancia y por lo tanto el campo de interés, no sólo se amplía, sino que genera nuevas formas de traducción, además de agregarse la relación entre ellas.
Ahora, voy a relacionar esta particularidad de escritura con un gesto de la Física, la llamada teoría de Cuerda, que pone en escena una cuestión sobre el tiempo que resulta interesante para describir ese gesto.
La teoría de Cuerdas, como toda teoría, es un modelo que responde a las singularidades que con modelos habituales de la física aún no se han podido explicar, en particular ésta se ocupa del tiempo.
Para los que recuerden, un electrón que se desplaza desde su fuente de luz, usa el tiempo para deslizarse hacia nosotros, tarda años luz, medida de su velocidad; desde nuestro punto de vista, percibimos una esfera que se desplaza hacia nosotros, si fuera posible verla, como es un cuerpo, se comporta con todas las propiedades de los cuerpos, tiene volumen, peso, sobre ella actúan todos las características de los cuerpos, gravedad, reacción; también notaríamos que vibra, y que una toca a su vecina y esa vecina a otra más y así, generando una onda, y esa propiedad genera el comportamiento de onda. Hasta aquí la física popular.
Pero ambas formas de entender el modelo de funcionamiento de una partícula dejaba afuera muchas singularidades, aspectos de la física que no era posible conocer, efectos que se observaban o eran medibles incluso, cuestiones que no podían organizarse en el modelo de la teoría corpuscular, ni en el de la teoría ondulatoria. Y ese es el agujero que vino a llenar la Teoría de Cuerdas, postula que la forma esférica de la partícula viniendo a nosotros, es un punto de vista, y que si tuviéramos el instrumento para realizar un giro a noventa grados, veríamos la partícula de costado se observaría una cuerda: el tiempo.
Lo interesante es que este girar de costado, puede ser realizado en diversos planos, en diferentes grados, si tomamos una línea horizontal fija, podemos movernos a grados alrededor de ese plano, con lo cual estaríamos indicando que de costado habría muchas cuerdas, muchas líneas de tiempo.
En palabras más simples: cada suceso, nosotros mismos, estamos conviviendo con ene dimensiones temporales simultáneas, estelas de tiempo detrás nuestro. Una versión de nosotros convive con otro nosotros exactamente al mismo tiempo que nosotros, viviendo en una dimensión diferente y quién sabe, siendo otra, una dimensión en la que es posible que no existan aquellos a los que yo sigo, a los que me convirtieron a mí en epígono.
A la mayoría le resultará una conclusión cuanto menos descabellada, sin embargo, como indiqué, esta teoría, ahora ampliamente adoptada por la comunidad Física, acomoda muchos fenómenos cuyos efectos se conocen o se desconocen y explican singularidades de la física, del mismo modo que el modelo del electrón explica otros.
Esta clase de modelos suele surgir de la idea de unos, tomada por otros y puesta a prueba con intuición, a veces, con métodos, con procesos donde lo aleatorio no lo es tanto.
Libertella hacía convivir a sus texto, en la práctica, en la simultaneidad de existencia, cada una de sus versiones tenía una realidad, una línea temporal, una dimensión donde, al seguirla, hacía sino increíble, al menos angustiantemente estereofónica.
La escritura de Hector Libertella es una puesta en escena de la Teoría de Cuerdas, está en nosotros, como seres físicos, aceptar que las ene dimensiones donde una realidad es posible y simultánea con otras, no significa un borroneo, una sustitución o algo oculto que tiene un valor por sobre otros, todos los textos y escrituras de este escritor, conviven en las diferentes dimensiones.
Algún día, así como en la física, se espera que haya una instrumentación para poder observar la Cuerda, habrá nuevas formas de investigar la escritura de Hector Libertella, y encontrar el trazo ene dimensional que el escritor en su genialidad pudo expresar.
Esta pequeña digresión personal sobre la escritura de Libertella, es un punto en las estelas que han dejado las Jornadas de Hector Libertella y Osvaldo Lamborghini que se dio cita en la Biblioteca Nacional y Malba, donde verdaderos expertos desplegaron testimonios, registros, textos y anécdotas deliciosas de amistad con estos escritores y su obra.
La reunión fue, cuanto menos, exquisita, los nombres que compartieron durante dos días las jornadas fueron de lujo.