Mi país es un torbellino infinito
donde los belitres juegan al jefe
y la paciencia se nos angosta.
Venezuela es un audaz vendaval
que se desatará mañana
para regresar a sus cauces.
Mi amada tierra es un remolino
que sabe aplacar a los tontos
de rojos y torpes delirios vacuos.
© Alfredo Cedeño
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