Me llené de olvidos y perdones
con sus piernas en mis manos,
enterré rencores y resentimientos
al compás de su boca de luna sabia,
alcancé filigranas de suave orfebre
en sus noches de bruja buena.
Afuera mi tierra sigue desolada
con sus dolores de mil desidias,
sigue persiguiendo aromas justos
al ritmo de su gente siempre libre,
no ha cejado de macerar sueños
en esta larga noche que nos ahoga.
Pesqué duras palabras resbaladizas
con la certeza del perdulario habitual,
encontraron desamparos en el sendero
hasta creer que no había mañanas,
seguimos azotando oscuros conjuros
con ráfagas de galerna que rasga la noche.
Clausuro este año de esperanza triunfal
con tercos anhelos hechos certeza y luz,
sepulto la agonía del miserable resentido
hasta que una luciérnaga le ilumine el alma,
y agarro aire para poder seguir siendo uno
con esta tierra y hembra que me acaricia.
© Alfredo Cedeño
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