¿Alguien supo ver los fantasmas desnudos
dando tumbos por el borde de sus pétalos?
¿Hubo quien alcanzara los angulosos celajes
de las madrugadas apacentando en su cáliz?
¿Se puede escapar un dulce cantar de sirena
con los arpegios rotos de una flor quebrada?
¿Apareció aquel que entendió su misterio
entre sus vaporosos matices de gasa dormida?
© Alfredo Cedeño
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