Descascaradas ambas como una sombra de país
logran sostenerse en efímero balance de tatuajes,
corazón envuelto en harapos y cortos listones
hilvanando antídotos para largos desconsuelos,
palabra tasajeada con meriendas derrotadas
y un ojalá que no deja de estar en nuestras bocas.
© Alfredo Cedeño
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