Creo haber contado más de una vez que a pocos metros de mi casa hay una plaza bordeada de jacarandás. Perdón si soy tan reiterativa, pero ellos están allí y por estos días se hacen notar empecinadamente. Y no necesito explicar que últimamente estos árboles están como enloquecidos, regalando a diestra y siniestra el color de sus flores, sin que el sol o la lluvia parezca importarles demasiado...
Y la verdad es que, por motivos que el lenguaje no me permite expresar, he adquirido en los últimos años la íntima convicción de que los jacarandás se engalanan para esta época para recordar que se avecina nuestro aniversario, y celebrarlo a pura fiesta.
No sé qué estarás pensando en este día, quizá cuestiones vinculadas con el tiempo, la nostalgia y todas esas cosas, pero permíteme decirte que no es bueno que el hombre eluda lo que la naturaleza celebra...
Por eso, me uno a los jacarandás de la plaza --esos que están a pocos metros de mi casa, floreciendo como locos-- para expresarte mi deseo de feliz aniversario. Disculparás que vuelva con esta idea cada año, pero en realidad son ellos los que insisten, una y otra vez, en recordarlo, y me invitan a hacérselo saber. Y aunque saben saludarte mejor que yo, que solo cuento con las viejas y re-manidas palabras de siempre, espero sepas valorar la intención.
Los jacarandás y yo le auguramos un muy feliz aniversario de separación.