Antes, la medida de la adaptación de las personas apuntaba a lo social. Desde chico, tus máximos logros no eran solamente las notas, sino que fueras invitado a los cumpleaños de tus compañeros de clase.
Estar adaptado, era algo importante, se adquiría a corta edad, se afinaba, se cultivaba y la medida del éxito era la cantidad de amigos que tenías invitados a tomar la leche.
Como todo, la adaptación también cambió.
No creo que pueda describir ahora qué implica eso para un niño, parece que si no tiene una computadora, como mínimo, ni pensar en ser un niño socialmente exitoso.
Luego, ni siquiera está empezando, tiene que tener habilidades en otros dispositivos, Play Station, WII, XBOX, y no sólo saber los nombres, como es mi caso, sino conocer de qué tratan, juegos específicos, trucos, secretos, tener score, saber quién es el mejor jugador y hacerse amigo de él, en lo posible ser uno mismo el mejor jugador, y está asegurada la concurrencia en casa a tomar la leche.
El problema, si se infiere, es económico. Hoy los padres no gastan en libros, solamente, sino que tiene que pensar en estas consolas de juegos si no quiere que el niño quede socialmente excluido.
Simultáneamente y sin crecer con ello, como tienen oportunidad los menores, los mayores estamos sometidos al mismo proceso.
Mal camino lleva el joven adulto o no tan joven si no comprende los dispositivos y sus diferencias, tablets, iphone, blackberry, e-reader, móvil, todos hablan, chatean, envían mensajes, arman videos, pero en las sutiles diferencias está la vida social del portador.
Estás desadaptado si no tenés celular, invisible si no tenés mails, y completamente fuera de una vida social aceptable si no sabés algo de las actividades de redes sociales, Facebook y Twitter a la cabeza.
Más problemas económicos, para todo eso se necesitan un ingreso promedio mensual que causa escozor.
Antes con un libro usado pasabas la semana, tenías conversación, estabas en onda, eras socialmente adaptado y no sólo eso, sino también feliz, en el mismo proceso.
Pero el mundo nos arrastra a convencernos que eso no solo no es suficiente, sino que lo que sería suficiente no te deja espacio para leer un libro.
Leí de alguien que leyó más de 12 libros en un año, además escribe, además trabaja, además es una persona con altos conocimientos de tecnología, además de literatura y cuanto tema se pueda tratar… y por un momento me pareció que era extraordinario que a pesar de que la adaptación esté mutando, aún haya personas que pueden vivir en ambos mundos, el anacrónico y el presente, porque es como disfrutar el doble, el triple, quien puede medirlo.
Existen singularidades así, gente que puede sustraerse de la corriente a que te arrastra la modernidad que se define a cada instante, y manteniéndose con actividades del viejo mundo, se mantiene en el camino de la adaptación, cualquiera sea el contenido que se le de al término.