La lluvia de perdigones nos rajó la paciencia
y los cántaros de la paz están en las calles
para librarlos día a día de verdes dentelladas.
Manos de muchachos que los rehacen con calma
y la firmeza de los sueños que se hacen respetar
mientras hacen disipar maromas y triquiñuelas.
Piedras que manan puras a lavar y labrar libertad
dejando sus almas en llamas sobre el pavimento
dolorosos testimonios de gestos por la libertad.
© Alfredo Cedeño
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