Quisieron atarlos a una arandela
que terminó como sombra de sí,
corto agujero de un orden caduco
al cual llegan milicos a rebuznar,
pretendido edicto de atrapar la luz
dando tumbos en su vil torpeza,
vana alharaca incapaz de envainar
las jóvenes voces hechas dagas,
limpias palabras tratadas de tapar
que luchan tercas y se hacen cielo.
© Alfredo Cedeño
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