Como todas las grandes ciudades, lo primero que impacta es el sistema de publicidad, carteles, avisos, grandes anuncios, la ciudad, se caracteriza por el sistema de señales que invaden al transeúnte.
En la ciudad de México, por ejemplo, hay dos mensajes bien distintivos, puede verse al escritor Monsiváis, y a la escritora Poniatoska, en grandes carteles proponiendo la lectura no como cultura, específicamente, sino como el modo de solucionar problemas.
El otro mensaje es para los padres, piden que no los alimenten con comida chatarra.
Ambas cosas dicen mucho de estos dos países: hay un problema con la ignorancia –sin indicar este término como peyorativo, ya que si algo ha ensañado la globalización es que todos somos ignorantes-, más que con la cultura, la población no lee, lo que implica que no encuentra en la formación una solución a los problemas que acucian a ese país.
El otro problema ya es cuestión de estado, la diabetes, que provoca un gasto en salud tan importante que el gobierno ha comenzado a prestar atención a la forma en que los padres transfieren la modalidad de comida a los chicos, que en México especialmente es untuosa, fuerte en grasas y abundantes.
La comida grasosa es en México una plaga, la población no tiene cultura sobre lo que come y lo hace en cualquier lugar y con abundante grasa. La población se está volviendo mayoritariamente excedida de peso en niveles que afectan a la salud.
En ese mismo país, se ha logrado llegar a un acuerdo con la bebida, la violencia creciente de este país hizo que el factor alcohol provocara muertes, por lo tanto el gobierno combate la ingesta de alcohol, y ahora intenta lo que puede con la ingesta de grasas.
El problema del exceso de azúcar, es global, y ya hay medidas en países desarrollados para que la población tome sus recaudos, sin embargo, la saturación de anuncios en la via pública o medios como la TV, no dan los resultados esperados y los países tienen un creciente problema que se está generalizando, la diabetes tipo II, la diabetes que se adquiere por consumir excesos de azucares y grasas.
En El Reino unido, la propuesta es luchar contra la obesidad infantil, tal como en México, bajo la idea que es difícil corregir hábitos de comida en adultos, pero en los niños se está a tiempo, con que los padres comiencen a asumir que es un problema propio, no sólo de los países.
Ya hay agrupaciones que solicitan que se aumente el impuesto al azúcar, como modo de impulsar una economía de consumo de frutas y otros sustitutos.
En el Reino Unido, el grupo Action on Sugar, estima que en unos 5 años se puede conseguir una reducción del 40 por ciento del azúcar que se añade a los alimentos, si tan solo se aumentara el impuesto al azúcar.
La idea tiene sus detractores, ya que hay intereses, no sólo empresarios, sino de patrocinadores deportivos, que cuentan con el azúcar como energía importante para el desarrollo de habilidades en ese campo.
La sociedad está en pie, en todos los países hay conciencia del aumento de la obesidad y del prejuicio que implica para todos, tantos sociales como económicos, de manera que nuevas ideas para combatir el flagelo de la mala alimentación es bien venido en la mayoría de los países.
Hay algunos pobres indicios, que no son suficientes, una conocida empresa de comida rápida, ofrece como postre gajos de manzanas, es un pequeño aporte, pero la propia comida, sigue estando en la mira de los activistas de la salud.
Más allá de los gobiernos hay algo que queda claro: los responsables son los padres. Son ellos los encargados de ofrecerles un futuro sano a sus hijos.