Un poco de agradecimiento
Abrir el caño de agua y que salga el agua, encender la luz con una tecla y que encienda, prender la hornalla para el mate, todos los días.
Eso es lo que se obtiene viviendo en una ciudad en la que los servicios funcionan. Eso paga mis impuestos, cuando falta algo de eso, es error humano o ambición, que es otro modo de ser humano.
Porque no nos confundamos, una cosa son las personas otras los servicios. Teléfonos, conexión wifi, transportes, salud, hay muchas razones para preferir vivir en una ciudad, sobre todo de la magnitud de las capitales de los países.
Eso lo pagan los impuestos.
Años colaterales de duro transcurrir rodean las administraciones donde no tenemos con quién resolver cosas elementales, llegar a fin de mes, problemas en el sistema de Salud.
Hay que pagar los fondos buitres, probablemente; ni siquiera individualmente somos capaces de disculpar los pocos pesos que le prestamos a alguien, no van a venir extraños, que además desconfían históricamente de los países latinoamericanos a eximir una deuda; no somos confiables; estamos sospechados de preferir solucionar aspectos sociales, culturales o de salud que de pagar deudas.
Nuestra escala de valores latinoamericanos está sospechada de vicios contra lo económico, contra lo financiero, y eso en el país del norte, es peor que matar a su presidente.
Tenemos que pagar y los impuestos no alcanzan, porque estamos siendo subvencionado por el estado en muchos de esos servicios del que usufructuamos día a día, y el principal acto que nos trajo hasta aquí, el cual el ciudadano común no se hace cargo, es aquel cacerolazo con el que se impidió a Cristina cobrar por el excedente de grano en exportación, obligándola a comprar grano a precio dólar, moneda con la que ya sabemos qué pasa.
Dónde empieza este problema en aquel famoso cacerolazo que no le permitió recaudar entre los que le deben al estado en subsidios desde la época de la colonia.
Mientras esos excedentes, que quedaron en manos del campo, fueron a parar a la compra de inmuebles, que hoy son prohibitivos para los mismos que los apoyaron con cacerolazos, estamos al borde de entrar en extrema pobreza, debemos demasiado, hay que pagar.
Esperamos la suba de impuestos, y menos agua, energía y atención de salud.
Por dónde empezar de nuevo: por cobrar los excedentes de granos.
A ver si ahora, los que no tiene agua, energía, son un poco agradecidos y comienzan a apoyar a las personas que repusieron el estado de derecho, actual gobierno K y armamos un cacerolazo para recuperar los excedentes de exportación.
Porque lo que nos espera es que los de siempre, sigan comprando propiedades, mientras nosotros, nos vemos obligados a pagar los aumentos de alquileres, de los inmuebles que ellos mismos compraron gracias a nuestros cacerolazos.
Y todo eso se los conseguimos nosotros sin si quiera un poco de agradecimiento.