Los conflictos que desatan las miradas de admiracin
Todos podemos ser posibles mejores. Por más satisfechos con nuestros logros, por más cumplidas -pretenciosas o modestas- nuestras expectativas, siempre acecha la posibilidad del surgimiento de una grieta, una amenazadora fisura, prometiendo inundarnos en breve de la disconformidad más desoladora.
El juego a ser otros, no solo como para disfrazar las caras del fracaso sino aún sintiéndonos conformes e iluminados, como mero entretenimiento, incluso como una burlona puesta en escena ante un otro crédulo, puede resultar inadvertidamente peligroso.
Así como Amanda (“La gimnasia de la felicidad” relato contenido en “El Felpudo y otros cuentos” de esta autora) ve naufragar su sueño de vida perfecta frente a una trivial consulta médica en un lugar veraniego, allí donde recolecta el reflejo de la mirada egocéntrica y despreciativa de otra familia, Baldi, por el contrario, un porteño o tal vez un montevideano transitando las calles de Buenos Aires, está tan satisfecho con su vida que solamente una mujer que, en oposición a lo que le ocurre a Amanda, lo sobreestima creyéndolo un ser extraordinario, lo confronta con su realidad rutinaria: el estudio de abogados, dinero en el bolsillo y las salidas al cine del brazo de su novia Nené. Un galán bajado del pedestal por su subyugada conquista.
¿Cómo una mujer que nos idolatra, que –literalmente- le pide a Dios que le dirijamos la palabra, consigue hacernos experimentar el fracaso y la ira tan eficazmente como le sucede a Baldi? ¿Qué pasa cuando jugar a ser otros nos encierra, nos degrada en lugar de liberarnos o enaltecernos?
Perfume existencialista; metáforas de un universo pequeño, agobiante y sombrío; perdedores fatuos y vencidos ignorantes; todo apaciguado por la piedad y el humor en la escritura sagaz y magnética de Juan Carlos Onetti, un autor digno de comenzar o seguir explorando.
“Comparaba al mentido Baldi con él mismo, con este hombre tranquilo e inofesivo que contaba historias a la Bovary de Plaza Congreso. Con el Baldi que tenía novia, un estudio de abogados, la sonrisa respetuosa del portero, el rollo de billetes de Antonio Vergara contra Samuel Freire, cobro de pesos. Una lenta vida idiota, como todo el mundo.”