La perversidad de la modernidad es la hipertensión, no sólo es una de las causas importantes en los ataques al corazón, sino que sabiéndolo, es difícil de controlar.
La razón es que los factores de riesgo de la hipertensión nos controlan a nosotros. La sal, el azúcar.
Aunque la mayoría de las dietas restrictivas apuntan a la sal, el verdadero flagelo es el azúcar, lo señalas los dietistas, pero no los cardiólogos, sin embargo, el azúcar es el maligno disfrazado.
El azúcar está compuesto con glucosa y fructuosa, ambos componentes está en casi la mayoría de los productos elaborados industrialmente que consumimos sin restricciones.
Es común que las madres no permitan que los niños consuman demasiada azúcar, hay efectos que les dan advertencias, malestares, comportamiento extraño, que por mensaje de las abuelas, le asignan al exceso de consumo de azúcar.
Las sabias abuelas tienen razón, el azúcar en exceso aumenta la tensión sistólica, la que regula el funcionamiento del bombeo del corazón; la frecuencia aumenta con el aumento del consumo de azúcar.
Hay que tener en cuenta que la bebida de mayor consumo, tanto en niños como en adultos, es el gaseosa, la cual contiene un tipo de edulcorante que se extrae del sirope de maíz, y es el que contiene la mayoría de los productos procesados, refrescos, jugos incluidos.
El aumento de la frecuencia cardíaca, genera un funcionamiento forzado que afecta a la resistencia muscular cardíaco, condiciéndolo hacia la fatiga y decaimiento de la resistencia vascular, abonada con un proceso de retención de sodio en los riñones, conforman un cóctel de riesgo cardiovascular.
Reducir la ingesta de gaseosas y de productos procesados, comer más natural, mejora las posibilidades de la salud.
El azúcar que proviene de las frutas, es natural y se elimina mejor ya que la composición entre fructuosa y glucosa es equilibrada y mejora las formas de eliminación.
Mientras, un hipertenso futuro, se cría en la niñez, el exceso de golosinas o alimentos manufacturados, hamburguesas, salchichas, snack, galletas dulces, lo que se llama comida rápida, debería limitarse a ocasiones extraordinarias.
La alimentación con que un niño crece determina el futuro de su salud, ya que es en ese momento en el que adquieren los hábitos que luego condicionan su forma de vivir.
Dime cómo te alimenta tu mamá y te diré las futuras enfermedades que te siembra.