Las versiones de la palabra distopía va moldeándose según el giro de los diferentes géneros en que quiere clasificarse el texto y su contexto.
La palabra distopía, haciendo referencia a mundos en los que las sociedades se debaten entre dictaduras o procesos sociales agobiantes, fue utilizada por primera vez cuando se describió como un poder absoluto estatal que oprime a al ser social, interviniendo en la manera de esclavizar a ciudadanos.
Las tendencias de los estados latinoamericanos, con fuerte presencia de países del primer mundo, intervencionistas en políticas internas, ha moldeado la idiosincrasia de los pueblos latinoamericanos de tal manera que la literatura latinoamericana casi se mueve dentro del canon de la distopía.
La forma en la que los pueblos conquistados encuentran el modo de expresar la vida cotidiana, es precisamente señalar la carencia y perspectivas sociales a menudo tocadas en películas de ciencia ficción, como situaciones hipotéticas, mientras, una realidad concreta, se vive en los países llamados del tercer mundo.
La tecnología coloca la información al alcance del ser social, en todos los niveles, de manera que el reconocimiento del género de texto distópicos, que a veces se toma como exclusivo de la ciencia ficción, que además ocurre en un espacio lejano y en tiempos lejanos, es una actualidad en muchos países de Latinoamérica.
La literatura latinoamericana no se identifica con la palabra en tanto su estructura lingüística, pegada a la evolución de la problemática política y económica emergente, es el lenguaje del pueblo conquistado: metáforas, giros lingüísticos, por momentos registros secretos que dan cuenta del desarrollo literario de la problemática local, en el tiempo presente.
Mientras que la distopía, que mayormente aparece en películas de ciencia ficción, hablan de un futuro desesperanzador, prácticamente un presente latinoamericano.
Las sociedades ficticias gobernadas por estados totalitarios, con privilegios de algunos individuos y acceso a salud y tecnología diferenciadas de los ciudadanos comunes, se presentan en la literatura de países del primer mundo como un cuestionamiento moral en un futuro imaginario, mientras que en los países latinoamericanos son realidades actuales.
Según la definición de la RAE, distopía es la representación ficticia de una sociedad futura, con características negativas, causantes de la alienación humana; ese futuro hace rato que está ocurriendo en Latinoamérica, la sensación de vivir en ese tipo de ficción es tan presente y real, que en algunos casos se la confunde con el género maravilloso, como una manera de contar las variantes del sometimiento de la sociedad, y neutralizarlo con una irrealidad o fantasía.
Las ficciones distópicas se vienen publicando, y consumiendo por un público cada vez mayor, ya desde el Renacimiento; y también desde entonces y hasta la actualidad las formas de representación de ese futuro es cada vez más sofisticado, la tecnología permite el juego de espacio, tiempo y ciencia; sin embargo, aunque con o sin elementos de la fantasía, la manera de representar sociedades ahogadas por la desesperanza es quizás un método para empujar el presente de Latinoamérica hacia un futuro muy alejado de la realidad cotidiana del ciudadano común.