Una de las características valiosas del arte es la unicidad, o el original, el primero que se hico, lo primero que se pensó, lo único e irreproducible.
La tecnología, sobre todos con las aplicaciones que replican acciones artísticas, elementos, texturas, la repetición es una ¿ventaja o una desventaja? ¿La belleza va de la mano de la unicidad?
La reproducción masiva ha devaluado características del arte, dicen algunos, sin embargo las reproducciones de cuadros famosos, de escultura, de arquitectura en sus diferentes versiones del arte son una constante en la historia del arte, y ello no y ha menguado el interés por el original, como el caso de la Gioconda que ha sido reproducida hasta en frascos de dulces, y a pesar de ello, es uno de los cuadros más visitados en el Louvre.
Sin embargo, postulan algunos, ¿sería lo mismo si de repente se supiera que el expuesto en el Louvre es falso?
En la era de la tecnología el arte se ha expandido ofreciendo nuevas posibilidades para los artistas plásticos, el arte ni pide permiso ni pone condiciones, el valor económico del arte es inocuo en la medida que la inspiración hace de la obra algo único, aunque luego pueda reproducirse.
La tecnología hace fácil la creación y los creadores se han vuelto adictos a sus posibilidades, incluso ha invadido áreas que se usaban prácticamente como opcionales, sin embargo, el primero, el pionero, es el que arrastrará y aportará al arte, y a los artistas que adhieran a la propuesta, tal el caso de Escher, matemático, cuyas obras han determinado una generación de arte geométrico que ya tiene nombre propio, las obras Escherianos son un sustantivo.
A los artistas plásticos
En términos de arte como producto de expresión humana, los elementos plásticos en conjunción con emoción, parece ser la única fórmula necesaria.
El arte sigue siendo ese rito litúrgico entre la interioridad de las personas y la obra, la tecnología no ha cambiado esa cualidad.
La perspectiva sensible, el punto del vista del artista, sin duda ha afectado el mundo de tal forma que fue necesario darle nombre: Las Bellas Artes.
El hombre, en afán de organizar el mundo en palabras, irónicamente el arte es difícil de definir, al menos lo ha hecho mediante el mundo en el que interactúa, es así que hay un orden, una organización para las bellas artes, un primer concepto, el segundo, y así, aunque por supuesto, los artistas se sacudirán esas pretensiones a lo largo de la historia de la humanidad.
Ya en el año 1748, mientras el filósofo David Hume desarrollaba investigaciones sobre el conocimiento humano, Kant planteaba la cuestión sobre la Ilustración, y moría el matemático Borenoulli, genios que legaron tanto al arte como a la ciencia, Charles Batteux difundía el término Bellas Artes, en la que incluyó actividades del hombre, de aquella época: Arquitectura, escultura, poesía, música, danza, cinematografía, fotografía, pintura; la tecnología ha intervenido en todas pero no hay un concepto del arte de la tecnología, salvo una expresión por algunas marcas de dispositivos que son seleccionados por el gusto del consumidor, pero ¿existe un arte que pueda tener su propia definición, debido a la tecnología?
Muchos no están de acuerdo, el elemento no hace al arte, es el arte el que utiliza el elemento.
Según el primero que estableció el orden; Batteux, se suele mantenerlo:
El primero es la arquitectura
El segundo es la danza
El tercero es la escultura
El cuarto es la música
El quinto es la pintura
El sexto es la poesía y literatura
El séptimo es la cinematografía.
El octavo es la fotografía
Habrá que comenzar a poner en desorden aquello que se resiste al orden, el arte no tiene la intención de calzar en orden o definición, el arte es la única cuestión a la que se puede responder: porque sí.