En el arte, lo caucásico predomina, y el color “marrón” para la piel suele ser un elemento de entorno, como en los grandes cuadros sobre las conquistas, que escenifican heroicidades que con el tiempo se convirtieron en testimonio de la crudeza en la “evolución” del hombre, en el saqueo y otros aspectos que aportan al racismo.

Pero el racismos aplicado a los artistas plásticos, es también un ingrediente importante, ya sea por reacción, por protesta o simplemente para sostener la identidad.

Por una parte, el sexo femenino, parece una primera vanguardia de una serie de artistas que fueron condenadas a la visibilidad opacada; algunos casos emblemáticos son: Frida Kalo, la artista mexicana, esposa del muralista Rivero, que por encandilamiento, aportaba a la ceguera para detectar a la artista; y a su vez, irónicamente hacía visible el color “marron”, en sus murales pintaba los rostros de los mexicanos oprimidos y era famoso por mostrar al mundo, una realidad de pobreza y dolor.

La expresión “marron”, entre comillas es por estar citando a la artista norteamericana, aunque de origen latino, Linda Vallejo, que expuso por estos días en la plaza de Cultura y Arte; la artista es conocida por la lucha contra la discriminación por el color; el “marrón” delata un origen, y es un prejuicio que se porta toda la vida; el desarrollo por el gusto y la temática de “blancos” se impone en el circuito artístico e intenta imponerse para poder entrar en él.

Sin embargo, los artistas que se mantienen dentro de los lineamientos de autenticidad propia, deben luchar contra esas imposiciones.

La artista presentó un muestra en el centro de los Ángeles, bajo el título Brown belongings, pertenecía marrón, donde expone famosos cuadros a los que simplemente les ha cambiado el color de la piel, haciéndolos “marrones”, metiéndose con íconos de diferente procedencia como la Mona Lisa, la estatua de la libertad, el retrato de George Washington; así como retratos famosos de otros artistas e incluso fotos.

La polémica no es sólo por la intervención sobre obras icónicas, sino por el hecho político, con el cambio del color de piel, una modificación que parce leve, ha elevado un grito tan agudo que en los diarios de cultura del mundo han repercutido en un eco.

La cultura está cambiando, en muchos aspectos, y se le debe al arte tirar de ese pesado carro, no es de extrañar que los grandes movimientos de liberación empiecen a impactar sobre el arte y viceversa; se alimentan entre sí.

Sin ir más lejos, se puede ver en la obra Silvia Albuixech, la visión femenina del mundo femenino frente al impacto del mundo, no sólo en lo social, sino también en relación a los objetos, las maquinarias, por ejemplo, o los considerados de tema masculino, como maquinarias, en sus obras, esta artista expone una relación inquietante entre la naturaleza que absorbe los objetos o entre los cuerpos y los objetos como en La cultura y la pintura o Arte encontrado.

Es la era de las mujeres por muchas razones, pero principalmente por sus luchas desde todos los frentes, el arte como concientización e instrumento de visibilidad es una necesidad, sin el arte, las mujeres podríamos estar viviendo una realidad mucho peor.

Nos quedan pendientes la pelea por la violencia contra la mujer, en la que se necesita que los hombres empiecen a participar, las mujeres no somos una “entidad” aislada, y sin nosotras, la evolución del arte, como de los derechos de todos, no sólo los femeninos, siembre han sido punta de lanza.