Fleming, Ian Fleming 2/14/2024
Danilo Albero Vergara Escritor argentino

En Desde Rusia con Amor, el entrañable Darko Kerim, hombre prolífico en muertes y negocios -algunos turbios-; leal jefe de estación del Servicio Secreto británico en Turquía, le cuenta a James Bond la historia de su vida.

Su padre fue pescador en el Mar Negro, dedicado a la captura de peligrosos peces espadas, y sultán proletario con un vasto harem; de él Darko aprendió que a las mujeres, los castigos previos al acto amoroso las vuelven más apasionadas. Al igual que su padre, Darko ha cometido excesos de vigor físico, alcohol, tabaco y proezas eróticas. La conclusión de esta presentación es «algún día el Cangrejo de Hierro me agarrará y, como a mi padre, ese día me fallará el corazón, no le temo, es probable que escriban sobre mi tumba, “este hombre murió por vivir demasiado”».

Pocos personajes de la saga de James Bond no se identifican con su creador. No es el único caso de experiencias personales ficcionalizadas de manera cuasi textual, sucinta antología que nos lleva de Martin Eden y Sin novedad en el frente, a los relatos “El sur” o “Un cuento muy corto”, intermediadas por la obra pictórica de Otto Dix donde narra en imágenes sus vivencias en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Ian Lancaster Fleming nació en 1908 en Londres. En 1917, su padre, banquero y consejero político Valentine Fleming, murió en la Primera Guerra Mundial. En honor a él, Ian idealizó su sentido del deber patriótico, en 1921, ingresó, al Eton College, donde se destacó como atleta; seguirá por la academia militar de Sandhurst. Con estos pasos se diferenció de los tres hermanos, que continuaron, bajo la tutela de la madre Evelyn St. Croix Rose, aristócrata influyente en círculos económicos y políticos británicos, y optaron por carreras universitarias. En Sandhurst el espíritu independiente y alocado de Ian entró en colisión con la vida castrense; en 1927 lo expulsaron por contraer gonorrea con una prostituta. Para finalizar su educación, recaló en Austria, en una institución privada para jóvenes ricos problemáticos. El director del colegio, había trabajado con el Servicio de Inteligencia Británico (MI-6).

En Austria, Ian Fleming perfeccionó su francés, aprendió alemán, ruso, alpinismo y esquí -habilidades que aflorarán en el 007-. También llevó venideros contactos con el MI-6 y, resultado de la política liberal de la República de Weimar, se identificó con la disipada liberalidad germánica de esos años, previos a Hitler.

Con educación cosmopolita y dominio de idiomas consiguió empleo como traductor y funcionario en la Sociedad de Naciones -antecesor de la actual ONU- que, por aquellos años tenía su sede en Ginebra. El 13 de marzo de 1933 cambió de trabajo cuando el London Times publicó una nota sobre el arresto de seis ingenieros británicos en Rusia por la Polici´a Secreta. No le fue difícil al ubicuo Ian Fleming, que ya dominaba el idioma ruso, conseguir que la agencia Reuters lo enviara para realizar la cobertura del juicio en Moscu´. Finalizada su corresponsalía, no volvió a Ginebra, fue convocado por el MI-6; no era usual que un ciudadano británico se las agenciara para viajar a Rusia. Este contacto inesperado hará que, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, la vida de Ian Fleming dé un giro radical. En el ’39, al estallar la contienda, el almirante John Henry Godfrey, responsable de Inteligencia Naval, lo reclutó como analista con el grado de teniente. Fue el comienzo de la historia del 007; John Godfrey será el todopoderoso “M” en la saga de James Bond.

Finalizada la guerra, Ian Fleming consiguió un puesto en The Sunday Times. Compaginó su trabajo con largas temporadas en una pequeña ciudad jamaicana, Oracabessa, donde construyó su casa, Goldeneye. Por aquellos años, al igual que su futuro double 0 seven, el escritor fumaba tres paquetes de cigarrillos al día elaborados con una mezcla de tabaco turco y de los Balcanes, y bebía como un cosaco.

En Goldeneye, Fleming consolidó su apasionado -también adúltero y tormentoso- romance con la bella Ann Charteris a la que había conocido en Londres en años de la guerra -Ann estaba casada con su segundo marido, el vizconde de Rothermere, a quien mentía cuando decía que viajaba a Jamaica para ver a una amiga- con ella compartió fetichismos y fantasías que incluían la flagelación –prolegómeno erótico que Darko Kerim aprendió de su padre–. Al enviudar, Ann se radicó en Goldeneye y, a pesar de las reticencias de Fleming de perder su soltería, se casaron en 1952. El matrimonio, al igual que la relación previa, fue una frenética sucesión de sexo duro, alcohol e infidelidades de ambos y floreció con el nacimiento de su hijo, Caspar. Para él, Ian Fleming escribió una historia infantil, Chitty Chitty Bang Bang, publicada en 1964, dos años después de la muerte del escritor, y llevada al cine en 1968.

El 13 de abril de 1953, Ian Fleming publicó la primera novela de la saga de James Bond: Casino Royale; rotundo éxito de ventas con dos marcas de estilo: “Bond, James Bond”, y el dry Martini “agitado, no mezclado” (stirred not shaken) que en el cine, por razones fonéticas mudó y popularizó en shaken not stirred, por primera vez en boca de Sean Connery en Doctor No (1962). Siguieron, a razón de una por año, doce novelas, intercaladas con dos libros de relatos. El autor no alcanzó a ver las dos últimas entregas.

Como Darko Kerim en De Rusia con amor y el mayor Dexter Smythe, en el relato “Octopusy”, el corazón de Ian Fleming claudicó a los excesos de tabaco y alcohol. En 1961, a los 53 años, sufrió un infarto de miocardio, logró recuperarse; no cambió su tren de vida, “prefiero morir por beber y no de sed”, bromeaba. El 11 de agosto de 1964, cuando se encontraba hospedado en un hotel de Canterbury, acudió a un almuerzo en un club de golf, otra de sus pasiones y del 007, por la noche cenó con unos amigos, fue una jornada agotadora, abundosa en comida, cigarrillos y bebida. Poco después de cenar, el Cangrejo de Hierro no falló. Tenía 56 años.

Fue en la madrugada del 12 de agosto. Ese día en Goldeneye, su hijo Caspar cumplía doce años. Caspar siguió a su padre en 1975, a los 23, por una sobredosis de drogas. Los dos están enterrados cerca de la frontera de Gales, bajo un austero obelisco, a la sombra de la antigua iglesia de piedra.

Ann Charteris fue la última en cruzar el Aqueronte en 1984, fue la más longeva de la familia. Tenía 68 años

Como Darko Kerim hubiera deseado, en la lápida de Ian Fleming debería aparecer la inscripción “murió por vivir demasiado”. Porque su vida se podría resumir con una frase de Como escribir un thiller, un artículo suyo de 1962: Sólo hay una receta para hacer un best seller. Lograr que el lector siga dando vuelta las páginas”.

 

 

 

 


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