No hay horas marcadas para cuando se te licúa el mundo. Segundos arriba o abajo, cálculos musculares en el que los sentidos intentan acomodarse con inercia en una realidad a una característica física donde resistir ausencias es insoportable.
Aquí estoy, cercada en un islote del asteroide Analía63. Envío este mensaje en una lata de obleas. No sé cuántos círculos gravitatorios recorrerá, ni siquiera qué destino le espera.
Si logra leer estas palabras que se notifique: inesperadamente, fui, fuimos lanzados a un punto de inflexión en donde el tiempo parece haberse quedado sin cuenta. Y aquí seguimos. Silentes.